como si fuera fácil rescatarme, te grité con toda mi fuerza para que me saques del abismo.
y llegaste, pero esta vez eras dinstinto.
no eras el Dios que esperaba.
repleto de imposibilidades, harto de los suburbios, del humo de ese interminable cigarrillo.
llegaste y me miraste fijo mientras yo me enloquecía por salir.
te arrimaste unos pasos, y con ese tono de voz tenue tan característico de mi otro Dios dijiste:
"de vos depende el gran salto.."
y me dió tanto miedo pensar que yo podría ser la propia artífice de mi destino.. que me desperté.
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